La semana pasada fui de oyente a un curso avanzado de aludes en el Glacier National Park, entre Revelstoke y Golden, en la mítica zona de Rogers Pass. Éste es un curso que ofrece de manera particular una compañía de guías para dar continuidad a los alumnos que han realizado los cursos para montañeros certificados por Avalanche Canada. Tres días de salidas precedidos siempre por 1-2 horas de meeting online para preparar la actividad del día siguiente.
Por lo que respecta a la planificación, esta zona dispone de un boletín de peligro de aludes propio, de una red de estaciones meteorológicas y de una red de observadores voluntarios (MIN report) que publican condiciones, aludes observados e incidentes/accidentes después de realizar actividad (Avalanche Canada). También hay una lista de itinerarios clasificados según su exposición a los aludes, siendo la mayoría de tipos complejos debido a la llegada de aludes naturales de forma anual al fondo de los valles (Parks Canada). En este caso, la clasificación no es zonal, como la que tenemos en el Pirineo, sino que se adjudica una clase de terreno a cada itinerario).
En las salidas, los alumnos conducían la actividad y, primero de forma más dirigida pero finalmente de forma casi autónoma, valoraban los indicios de inestabilidad, la severidad del terreno, las estrategias de mitigación del riesgo y el estado del grupo en cada punto crítico identificado en la fase de planificación. En definitiva, el objetivo del curso era aplicar el sistema con la supervisión de un profesional. Las condiciones fueron generosas: nevadas, viento y capas débiles persistentes enterradas. Vimos aludes naturales en directo y desencadenamos uno a distancia. El ejercicio constante era principalmente de observación y una vez detectábamos un indicio de inestabilidad estimábamos su probabilidad y sus consecuencias en lugares similares de nuestro itinerario. Esto nos llevó a modificar el trazado, sobre todo para no estar expuestos a la posible actividad natural que pudiera llegar de más arriba, y a dejar distancia de seguridad entre los miembros del grupo en algunos tramos concretos. El boletín marcaba un 3 (alpine) – 2 (treeline) -1 (below treeline) por problemas de nieve reciente (storm slab y dry loose) y capas débiles persistentes (escarcha enterrada y facetas).
El último día en Connaught creek fue quizás el mejor o, al menos, el que me hizo pensar más.
Al fondo de valle de Connaught creek llegan anualmente aludes de tamaño 2, 3 y 4, interceptando la traza habitual. Bajo la nube y a la derecha del pico piramidal (8812), Bruins Pass. Nuestra idea era llegar allí siguiendo la loma que queda entre sol y sombra.
Después del briefing de inicio de actividad, empezamos a foquear por el fondo de valle siguiendo el Balu Pass trail y nos desviamos hacia el Hospital Knob subiendo por la traza habitual de Ursus (ver imagen debajo). Después, la travesía nos llevó a tener al Bruins Ridge delante ya debatir en profundidad el siguiente paso. Estábamos frente al primer punto crítico del itinerario.
Fuente: https://www.geobackcountry.com/
Para acceder al Bruins Ridge hay que hacer un flanqueo por una vertiente a 35-45º, bastante grande, convexa y con una trampa de terreno debajo (un embudo que da paso al inicio de una canal estrecha con árboles). Aquel día, la misma vertiente era un sotavento de la última nevada y compartía distribución con el problema de capas débiles persistentes. Al llegar frente a la forma de terreno que nos preocupaba, escuchamos todos un whumpf de los que no molan. Nuestra sobrecarga había activado seguramente la escarcha enterrada a 60 cm.
El grupo estaba formado por 5 personas. La instructora del curso (ski guide), un chico de 22 años que venía de prácticas porque quería empezar pronto la carrera de guía, un alumno que estaba fuerte, un alumno que había tenido experiencias negativas en la montaña y que estaba cansado físicamente, y yo que iba de oyente. Parados frente al flanqueo, nevaba fuerte, empezaba a soplar el viento y se intuía una traza vieja. Ambos alumnos debían decidir qué hacíamos y razonarlo.
El alumno cansado dijo que para él no merecía la pena seguir. Estaba cansado, la visibilidad empeoraba y el whumpf que habíamos escuchado era un recordatorio de la reactividad del manto. En caso de alud, la trampa de terreno que teníamos debajo actuaría de forma eficiente. El alumno que estaba fuerte estaba más animado. Decía que quería aprovechar el curso y experimentar. Se ofreció a pasar primero y sugirió separarnos para disminuir la probabilidad de desencadenamiento y reducir la exposición del grupo. El chico de prácticas añadió que para él el whumpf era una yellow flag (bandera amarilla), que lo interpretaba como una señal de alerta, pero no suficiente para retroceder. Por suerte, nadie me preguntó qué pensaba yo. Yo añadí que viendo la distribución de la nieve en superficie y habiendo escuchado el whumpf me parecía más un problema de capas débiles persistentes que de nieve reciente. Por último, la instructora defendió la opción de seguir adelante. Compartía la idea de la yellow flag ya que habíamos activado el whumpf cuando el grupo estaba junto y en un sitio plano, donde las capas suelen tener más continuidad. Acto seguido puntualizó muy detalladamente la estrategia. Pasaría al alumno fuerte delante sondeando con el bastón y comprobando que la estructura del manto fuera piramidal. Si detectaba algún nivel claramente más débil enterrado, daría la vuelta. Se definió muy bien dónde se reuniría el grupo una vez hecho el flanqueo: pasada la convexidad y totalmente fuera de la lenteja de acumulación. Si el alumno fuerte llegaba sin incidentes a la isla de seguridad, el resto procederíamos a hacer lo mismo separados un 60 m (máximo de 2 personas expuestas al alud potencial durante unos 30 segundos). El alumno cansado dijo que le parecía bien y que seguramente era él que era demasiado miedoso. Pasamos.
El día siguió adelante y ya no hubo situaciones que resolver de la misma complejidad. Powder canadiense del bueno! A la vuelta utilizamos las mismas islas de seguridad para cruzar, exponiendo sólo una persona al alud potencial. Al esquiar hacia abajo nuestro tiempo de exposición fue menor y el deslizamiento nos hizo menos vulnerables.
Una vez en el aparcamiento hicimos una puesta en común del día y del curso en general. El alumno que estaba fuerte dijo haber integrado el sistema de observar, valorar y actuar en consecuencia, y que estaba muy satisfecho. El alumno que estaba cansado estaba contento del curso, pero estaba descontento consigo mismo. ¿Soy demasiado conservador? preguntó. Y yo sonreí al ver que me estaba haciendo exactamente al mismo tiempo la misma pregunta. ¿Soy demasiado conservadora? He pensado un poco en el tema y estas son mis reflexiones.
Hay varios motivos que nos pueden llevarte al conservacionismo. Por un lado, están los motivos que no están relacionados directamente con el análisis del peligro: cansancio, malas experiencias previas, estado de ánimo influenciado por el mal tiempo o porque hace rato que no comes ni bebes, presión etc. Por otra parte, están los motivos relacionados directamente con el análisis del peligro: probabilidad y consecuencias del alud potencial y sus respectivas incertidumbres. El chico que estaba cansado se sentía sobrepasado un poco por todo y era totalmente legítimo. En mi caso, yo valoré la situación de la siguiente manera: terreno propicio para desencadenar un alud accidental tamaño 2 con trampa de entierro y traumatismos debajo; y una capa débil persistente cerca de la superficie que se mostraba reactiva con cargas moderadas/fuertes con capacidad de propagar. Yo decidí pasar como decisión personal, pero si hubiera sido la responsable del grupo no lo hubiera hecho. La incertidumbre en la probabilidad de desencadenamiento y la certeza en el terreno hacían que la situación no me gustara especialmente. Aun aplicando las medidas de reducción del riesgo, valoré que el riesgo residual era demasiado alto para hacerme responsable de los demás. Por el contrario, la instructora decidió pasar porque aceptó el riesgo y la responsabilidad del grupo.
Creo que, si el análisis está bien realizado, todas las opciones son válidas. La experiencia y la personalidad acabarán de decantar la balanza. Todos deberíamos compartir un objetivo común: que nuestros análisis reflejaran la realidad de la forma más precisa posible. ¡No siempre es fácil! A menudo nos faltará información y siempre habrá factores subjetivos que enmascararán el proceso 😊.
TEXTOS Y FOTOS: Sara Orgué